La pasión de la mente occidental, en este sentido, ha escorado la libertad humana hacia la autonomía individualizante cuyo destino más trágico es el aislamiento de la naturaleza y el absurdo existencial, de índole kafkiano-beckettiana . La respuesta está en descubrir en nosotros la otredad constitutiva del ser; algo, por cierto, que Antonio Machado pensó con lucidez en términos ontológicos. Tarnas no ignora los derroteros del pensamiento científico y sus problemas epistemológicos, de Popper a Feyerabend, y no puede aceptar que el concepto de verdad sea un mero producto de índole sociológica. Es decir, intuye que Kant nos metió en un atolladero y que hay, sin embargo, un acceso a la famosa cosa en sí PUBLIARQ.