La serie de casas diseñadas por Jorge Swinburn entre las décadas del cincuenta y setenta -algunas veces producidas en colaboración con otros arquitectos y otras como único autor- es testimonio elocuente de una particular decantación de la arquitectura del movimiento moderno en Sudamérica. Lo que en otros países se manifestó como la exploración en torno a la estructura, la búsqueda de interiores templados o el desarrollo de una plástica arquitectónica de escala territorial, en Chile tuvo una expresión discreta pero consistente, donde convergen la lógica de construcciones rurales tradicionales, una decidida economía de medios y un lenguaje sintético y depurado.