Esta muestra nace del deseo de destacar los estrechos vínculos que unían entre sí a los artistas surrealistas en una comunión de miras y de intenciones que, para algunos de ellos, durarían toda la vida.
Las relaciones entre los integrantes del grupo surrealista eran tan estrechas y cordiales que todos frecuentaban a todos. Si los artistas presentes en esta muestra figuran entre los mayores creadores del siglo pasado es, precisamente, porque se comprometieron, vivieron nuestra tragedia, y todos ellos supieron expresarla a su propia manera. Esta circunstancia echa por tierra el mito de la existencia de un 'estilo' surrealista, identificado la mayoría de las veces con el de Dalí, quien, de hecho, fue surrealista sólo durante un período muy breve.
No hay nada que pueda aproximar -en el ámbito de lo imaginario y de la escritura pictórica- la obra de Miró y Max Ernst, de Brauner y Tanguy, de Arp y Matta, de Duchamp y Breton, de Delvaux y Magritte, de Meret Oppenheim y de Lam, de Man Ray y Masson o Picabia. Nada común por una razón sencillísima: cada uno de estos artistas expresó su propio mundo interior; un mundo que es siempre exquisitamente individual y, por ende, irrepetible.
El Surrealismo no fue una nueva escuela literaria, una nueva corriente artística, ni un nuevo movimiento político. El Surrealismo es otra filosofía de la vida que hizo suyo el precepto esculpido en el frontispicio del templo de Apolo en Delfos: gnothi seaton, o sea, 'conócete a ti mismo'. De hecho, el surrealista tiene la ambición de cambiar el mundo y la vida, pero comprende que para conseguirlo es necesario comprenderse antes a sí mismo. No se puede pretender transformar el mundo y la vida sin haberse cambiado uno mismo. Esto implica conocerse, explorar el propio subconsciente, que representa las nueve décimas partes de nuestra personalidad
La Fundación presenta en exclusiva para España esta exposición de producción propia, acerca de uno de los movimientos de la vanguardia histórica que mayor influencia ha ejercido en el devenir de la Historia del Arte.
La muestra incluye 90 obras y presenta como núcleo central el trabajo de Max Ernst, figura indispensable en la génesis y desarrollo del movimiento surrealista europeo desde la publicación del Manifiesto Surrealista en 1924 hasta finales de los años sesenta. A esta sólida base se unen obras de autores indiscutibles en la aventura surrealista de la talla de André Masson, René Magritte, Victor Brauner, Giorgio de Chirico, Marcel Duchamp, Joán Miró, Francis Picabia, Óscar Domínguez, Alberto Savino o Yves Tanguy. La muestra plantea un recorrido ilustrativo por la poética del Surrealismo entendido como filosofía de vida y se completa con una cuidada selección de cadáveres exquisitos y dibujos comunicados, asociaciones libres de ideas colectivas con resultados inesperados, firmados ex aequo y raramente expuestos