La etapa editorial que empezamos hace dos años finaliza con este número. Nos parece un buen momento para reflexionar
sobre la crítica arquitectónica, sobre su naturaleza y sobre las posibilidades de ejercerla.
En la actividad crítica de la segunda mitad del siglo XX se identifican diversos modos de enfocarla. Entre los que han tenido
más predicamento destacaríamos dos que, a pesar de su vigencia en muchos circuitos de la disciplina, ya no nos parecen útiles
para la actualidad: por un lado la crítica basada en la construcción de unos fundamentos sobre los que edificar la
argumentación. Otro frente de crítica fue la basada en la búsqueda de coherencias; aquella que tendía a construir familias,
grupos que mantuviesen relaciones entre sí. ¿Cuáles serían las opciones de los críticos hoy en día?