Pensar, componer, construir aporta constataciones teóricas sobre los procesos culturales y artísticos que han llevado a la arquitectura ante el siguiente dilema: seguir acometiendo el reto histórico de organizar el espacio existencial o, por el contrario, desvanecerse de modo irrelevante en el actual proceso de acumulación aleatoria de formas arbitrarias sobre el territorio. A eso alude el sentido ambivalente adoptado en el subtítulo de la obra.
Vista como materia profesional, la arquitectura no es sino una práctica objeto de aprendizaje. En tanto oficio ha dispuesto siempre de reglas propias; sin embargo hoy no pasa de manejar criterios fluctuantes, más bien subjetivos. Las reglas proceden ahora del exterior de la disciplina; así ocurre, por ejemplo, con la prolija normativa de imposición administrativa. Los menguados retos artísticos están determinados en gran medida por la dispersa cultura de la imagen que nos invade, la cual afecta sobremanera a la arquitectura y anula su condición autónoma. Es decir, agotado el impulso originado en el Movimiento Moderno, hoy depende de agentes externos dedicados a la producción de imágenes banales, cuando no extravagantes.
La primera parte de este libro trata de los principios compositivos, hoy maltrechos, que son propios de la disciplina arquitectónica en tanto factores integrados en el acto constructivo. La segunda parte está más bien dedicada a la experiencia y el legado histórico, vistos como materiales o herramientas para la fundamentación del proyecto arquitectónico contemporáneo. Todo ello sin olvidar el aporte intelectual implícito en la propia noción de arquitectura.
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