El cronista, minucioso contador de lo acaecido, apoyado en una prosa que discurre por la mirada sensible del arquitecto y la velada metáfora del poeta, deja constancia y nos recuerda con Maurice Blanchot «que todo lo que nos proponemos, todo lo que hemos adquirido, todo lo que somos, todo lo que se alce sobre la tierra y el cielo, retorna a lo
insignificante».
La crónica que nos ofrece el profesor Trillo de Leyva responde a una lectura de acontecimientos universitarios pormenorizados en sus accidentes pedagógicos, académicos y políticos que reflejan, en lo familiar de su exposición narrativa, cómo se edifica la realidad
urbana acotada más allá del entorno sevillano, reflejo del acontecer metropolitano a partir de la década de los setenta. Recordando el sabio consejo de Píndaro que parece desprenderse de su lectura, «los días por venir son los más sabios testigos de la verdad».
Antonio Fernández Alba