La Escuela Española es universalmente conocida por ser una de las más representativas de lo que hoy llamamos realismo, como así lo avalan sus mejores maestros: Ribera, Sánchez, Cotán, el primer Velázquez, Zurbarán, Murillo... pero el realismo no se fraguó espontáneamente, sino al recibir y desarrollar el ejemplo de Caravaggio y de sus inmediatos seguidores tanto en Italia como fuera. Durante el siglo XVII, el realismo español adquiere su singular personalidad frente a otros modelos nacionales contemporáneos como el italiano, el de los Países Bajos o el francés; manteniéndose y recreándose también a lo largo del siglo XVIII.