Los puentes -escribe Javier Manterola- no han entrado en el radio de acción de los críticos de arte. Es como si fueran transparentes: no se ven, no interesan ni se entienden. A veces parece que sólo la pintura existe como obra de arte. Sin embargo, en este mundo del arte confuso empiezan a estar presentes de una manera cada vez más insistente las obras públicas. Las carreteras y los ferrocarriles pueden llegar a ser auténticas obras de Land Art. Los tiempos actuales y sus amplios planteamientos sobre qué es el arte no tardarán mucho en descubrir la formidable belleza de los puentes, las presas, las carreteras... Y aunque esto no sea demasiado importante para las obras públicas, lo es mucho para el arte de nuestro tiempo.
"El trabajo de un ingeniero es una mezcla de lógica y de belleza, estas dos palabras definen el artificio construido como un objeto de contrastes y de síntesis entre razón y sentimiento, asociación tan próxima a los cometidos de la arquitectura. [...] Javier Manterola acota en su propia biografía los fundamentos de un saber selectivo y refinado, contempla en sus proyectos por igual los parámetros de lo útil, necesario y bello del artificio que se va a construir [...]. No existe razón lógica, señala en sus escritos Javier Manterola, para disociar el territorio del arte como algo diferenciado del mundo de la ciencia" (Antonio Fernández Alba)