Una de las líneas de fuerza que recorren 'La cimbra y el arco' es el reconocimiento de la condición inseparable de la teoría y la práctica en el campo del proyecto. La teoría que no logra confrontar sus hipótesis con la práctica concreta, tiende a ensimismarse y a blindarse, mientras que la práctica sin teoría se convierte en mera actividad rutinaria. Sólo una actitud reflexiva orientada hacia la acción puede servir de base al proyecto arquitectónico.