Desde que en el año 1954 Diego Angulo publicara una pequeña monografía sobre Juan de Borgoña, no se había vuelto a realizar ningún estudio a conciencia y con la suficiente calidad del que se considera como el introductor de las formas renacentistas en Castilla y donde también se analiza el por qué de su llegada a España y sus conexiones con Pedro de Berruguete. Otro aspecto a considerar es su taller, gracias al cual pudo atender la inmensa demanda de retablos que le solicitaron no sólo en Toledo, ciudad ésta donde desarrolló la parte principal de su obra, sino en gran parte de las dos Castillas. Esta monografía necesitaba ser ampliada y revisada a partir de las nuevas obras y documentos aparecidos sobre el pintor para tratar de entender una nueva forma de pensar y ver la vida en el ámbito no solo artístico, sino también social, político y económico del Renacimiento.