En 1260 llegaron a Sevilla, procedentes de Burgos, varios maestros canteros instruidos en el arte de voltear techos y cubiertas según el nuevo estilo cristiano. Encontraron una ciudad en donde coexistían varias culturas y en la que las artes que sus habitantes dominaban
eran la albañilería y la carpintería.
Así comienza este libro que trata, fundamentalmente, de bóvedas.
En este libro se detalla cómo una tipología constructiva, ya suficientemente depurada, encontró su propio camino adaptándose, evolucionando y disolviéndose en un nuevo entorno. A partir del análisis realizado se pone de manifiesto la necesidad de que para que
la arquitectura funcione, cada material debe encontrar su propia forma de expresión.