Las instalaciones de Shiota producen espacios propios, donde se hacen visibles centenares de hilos invisibles que nos unen a las cosas. En estos escenarios domésticos que propone, los hilos se convierten a su vez en puentes entre un vestido de novia y el sujeto ausente, un piano, maletas y un espejo. En su obra, estos hilos son venas por las que circulan lágrimas, el miedo al abismo, la vida y la muerte; hilos conductores de relatos particulares y universales, entremezclándose como las raíces invertidas de un árbol, al igual que un rizoma a través de múltiples ramiticaciones que entorpecen la relación entre yo y el mundo. Los hilos transportan la información y son esenciales en toda comunicación, pero a su vez forman redes o alambradas que obstaculizan el paso a los extraños en especies de espacios donde la vida cotidiana entra en conflicto con la producción deseante