Para conmemorar el bicentenario del nacimiento de Antonio Canova (1757), las autoridades venecianas decidieron añadir una extensión al museo situado en el pueblo natal del artista, y se encargó al arquitecto veneciano Carlo Scarpa esta delicada tarea.
La secuencia sutilmente diseñada de espacios es única incluso entre tantos interiores de museos extraordinarios de Scarpa ya que al arquitecto se le encarga aquí componer los espacios, así como la colocación de las exposiciones. La colocación de las fuentes de luz natural que bañan las superficies de yeso con gran suavidad es en sí mismo un logro poco común.