El 12 de enero del 2006 empezó el espectáculo. El traje de bombero me salvó, pero me quedé ciego y con la cara destrozada después de salir disparado en un escape de gas en Santa Coloma de Gramenet, Barcelona. A partir de aquí, mi vida dio un giro de 360 grados. Y no para mal, sino para bien.Desde entonces he viajado a París con la ONCE, he conducido un kart, he continuado siendo el entrenador del equipo de futbol de los bomberos de la Generalitat de Barcelona, y hasta he metido un penalti sin ver tres en un burro.Mi experiencia es un ejemplo más de cómo con risas y mucho amor se puede salir adelante cuando el mundo se pone a girar del revés. Todas estas experiencias, mi paso por el cuerpo de los bomberos y las reacciones de mi entorno, incluso de los genios que me han reconstruido la cara, las recojo en este relato de los 4 años posteriores a mi renacer.