El Petit Palais presenta la primera retrospectiva dedicada en Francia a José de Ribera (1591-1652), el heredero terrible de Caravaggio, aquel a quien sus contemporáneos consideraban «más sombrío y más feroz» aún que el gran maestro italiano. De origen español, desarrolló su carrera en Italia, primero en Roma y después en Nápoles.
Para Ribera, toda pintura -ya se trate de un mendigo, de un filósofo o de una Piedad- procede de la realidad, una realidad que él traduce a su propio lenguaje. El gesto es teatral, los colores lúgubres o brillantes, el realismo crudo y el claroscuro dramático. Con la misma agudeza plasma la dignidad de lo cotidiano que las estremecedoras escenas de tortura, y fue este tenebrismo extremo el que le granjeó una inmensa notoriedad en el siglo XIX, de Baudelaire a Manet.
Con más de un centenar de pinturas, dibujos y estampas procedentes de todos los rincones del mundo, la exposición reconstruye por primera vez la carrera completa de Ribera, con los intensos años romanos -hace poco redescubiertos- y el ambicioso periodo napolitano en los orígenes de un ascenso fulgurante. La conclusión es que Ribera no sólo se impone como uno de los intérpretes más precoces y audaces de la revolución caravaggista, sino como uno de los artistas más importantes de la edad barroca. Las contribuciones de una docena de especialistas encabezados por las comisarias, Annick Lemoine y Maïté Metz, convierten este catálogo en un título de referencia sobre el estado actual de las investigaciones en torno a la obra y la carrera artística de Ribera.