El dominico Marie-Joseph Lagrange (1 55-1938), fundador de la Escuela Bíblica de Jerusalén (1890), es una figura pionera en el renacimiento de los estudios bíblicos en el siglo XX. Su biografía refleja dramáticamente la dificultad que tuvo la Iglesia para aceptar los métodos modernos en el estudio de la Sagrada Escritura. León XIII los vio con simpatía y confianza (encíclica Providenfissimus Deus). Durante el pontificado de PíoX la crisis modernista cambia en desconfianza esta actitud (decreto Lamentllbili Yendclica Pascendl). Posteriormente, Benedicto XV (encíclica Spiritus Paraclitus) desautoriza, sin nombrarlo, a Lagrange. 5610 al final del pontificado de Pro XI se vislumbra la aceptación de los nuevos métodos, que será definitivamente ratificada por Pío XII (encfdica Divlnmo afflante Spiritu), cinco aftos después la muerte de Lagrange. En medio de un cúmulo de circunstancias adversas, Lagrange (-infatigable Intérprete de los textos sagrados-, como recoge la de sepulcro en Jerusalén) permaneció entregado a su labor científica, convencido de que no habla otro camino para comprender y presentar la Palabra de Dios en el mundo moderno. Soportó con fidelidad incomprensiones y censuras. Encarnó como pocos la pasión por la verdad, lema y alma de la actividad de los dominicos. Al final, el fruto de su labor ha sido reconocido como una de las aportaciones más importantes en el encuentro del pensamiento católico con la cultura moderna.