Desde el siglo XV se representan en España durante el Corpus Christi obras de teatro que andando el tiempo se conocerán con el nombre de autos sacramentales; progresivamente se irán estrechando los lazos entre el diálogo y la exaltación de la Eucaristía. Teatro de devoción, teatro didáctico, pero, teatro, esto es, una acción con personajes capaces de emocionarnos, y será Calderón de la Barca, autor que lleva el auto sacramental a su madurez, quien comprenderá que el modo más seguro de reunir teología y tensión dramática es situar a Cristo en el centro del conflicto, lo cual conlleva en su caso la presencia casi continua del Pueblo Judío como actor de la Pasión.
Esta obra analiza en la primera parte la evolución de dicho personaje alegórico durante dos siglos, teniendo en cuenta el peso del contexto histórico y social español, y concretamente el papel desempeñado por judíos y conversos en aquel período.
En la segunda se estudia la imagen de judíos y cristianos nuevos en el auto sacramental calderoniano, prestándose particular atención a los lazos que Calderón, poeta cortesano, mantiene con el poder, y a las consecuencias que de ello se derivan.
Por último, la tercera parte se dedica a la dramaturgia propiamente dicha: acción dramática, secuencias tipo, construcción y clases de personajes, interpretación, vestuario, a fin de dar la visión más completa posible de la presencia de judíos y conversos en el teatro del Corpus Christi.
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