Estos párrafos de Llinàs, posiblemente pulidos con esmero hasta eliminar lo superfluo, tienen esa naturalidad que se admira en los arquitectos y las obras de que se habla. No pretenden componer una gran teoría, son la muestra de que la atención y el aprecio por lo próximo nos ayuda a una instalación confortable en el mundo. [...] basta verificar que "realidad", "forma", "material", "edificio"... son las palabras más citadas, junto con la de "arquitecto", un arquitecto "condenado a la acción" que quiere hacer lo mínimo necesario, o posible, pero que a la vez cree en las utopías y que también, a veces, fracasa. (De la Presentación, de Juan Herreros)