El libro nos permite adentrarnos en una ciudad castellana de principios del siglo XVII, en el Toledo que conoció Cervantes, con sus construcciones irregulares y sus reformas urbanísticas para repasar, a través de los relatos de vecinos y viajeros, el hambre, la inmigración, los pormenores de algunos oficios, etc.
También nos muestra el papel de la Iglesia católica, centrado en la educación y la práctica de la caridad; así como de la villa de Esquivias, cuna de Catalina de Palacios.