El brutalismo siempre ha sido un estilo con mala prensa. La asociación semántica del término francés original béton brut (hormigón en bruto) ha llevado a distorsionar su significado, como si la intención de los arquitectos fuera torturar a los transeúntes con sus edificios. Sin embargo, en los últimos años hemos sido testigos de una revalorización del movimiento, ahora despojado de su Zeitgeist original. Tanto las nuevas obras arquitectónicas como una cierta mirada artística parecen influidas por su contundencia, firme como la visión utópica que inspiró el movimiento, mientras muchos de sus mejores ejemplos desaparecen acosados por un antiguo odio "brutal".