El inicio del aprendizaje del proyecto de arquitectura es una pura paradoja, la imposibilidad de explicar con palabras lo que habrá de mover toneladas de materiales, el modo de transformar la materia mediante operaciones energéticas, hasta disponer el peso de la masa sobre el suelo de manera perdurable para conformar el espacio, su verdadera esencia. La expresión simbólica de nuestro oficio se da en los terrenos de la emoción y la inteligencia, pero su materia prima, es la materia misma, y el resultado, la acción; de ahí que toda arquitectura remita por parejo a la acción física y a la lectura poética. El curso opera a partir de un conjunto reducido de procedimientos elementales. La metodología docente descompone las posibilidades de formalización arquitectónica en cuatro acciones básicas, que ocupan aproximadamente un mes de curso, la esencia del proyecto es la integración de conocimientos y sensibilidades para producir acciones. Este proyecto de docencia, analítica y activa, recuerda a aquellas escuetas reglas de Desmond Morris, que eran como las piezas de una arquitectura infantil, entre el juego y la ley. «Las reglas del juego se definen a continuación: 1. Investigarás lo desconocido hasta que se vuelva familiar. 2. Le impondrás repetición rítmica. 3. Le buscarás todas las variantes posibles. 4. Elegirás la más interesante de las variantes y la desarrollarás a costa de las otras. 5. Combinarás y recombinarás las variantes, la una con las otras. 6. Todo esto lo harás desinteresadamente, sin otra finalidad. Estas bases son válidas a cualquier nivel, ya se trate de un niño jugando en la arena, o de un compositor elaborando una sinfonía».LIBRO ARQUITECTURA
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