El escenario cotidiano en el que la tipografía desempeña su papel clave es invisible, permanece oculto mientras la información
se transmite eficazmente. Aunque tradicionalmente ha estado asociada con el diseño y las industrias gráficas, la generalización
del acceso a la tecnología digital ha provocado que el término 'tipografía' haya dejado de restringirse a la labor del tipógrafo y se
emplee cada vez más para designar el trabajo de organización de un material escrito. Ahora, cualquiera puede ser tipógrafo.
Pero si bien las convenciones básicas de la tipografía se aprenden en la escuela, no ocurre lo mismo con los principios
elementales del lenguaje visual, y la mayoría de quienes se enfrentan por primera vez a la tarea de diseñar un póster o un
folleto descubre (en general con sorpresa) que ni ellos mismos ni su ordenador son capaces de transmitir el mensaje tal y como
pretendían.