La conservación y la restauración de obras de arte enfrentan hoy nuevos desafíos. Los museos tienen la misión de exponer y preservar sus obras, pero esta misión se complica por la extensión sin precedentes de los bienes culturales y la propensión a incorporar a sus colecciones los objetos más diversos. La internacionalización del arte y del mercado del arte, la economía mundializada, la promoción de la memoria y el patrimonio universalizado aparecen como las diferentes caras de una misma realidad: se inscriben en el corazón de una evolución común que consagró una relación con el tiempo que ya no se piensa fundamentalmente con relación a un futuro, sino bajo la forma de un presente que constituye su horizonte principal, si no único. La patrimonialización del presente remueve todas las concepciones sobre el arte, lo específico y lo exógeno, lo ordinario y lo extraordinario, a la vez que aumenta la preocupación que rodea a las producciones contemporáneas, incluso en sus componentes técnicos, cuya particular obsolescencia hace que la preservación sea altamente problemática.
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